El Mundo es terrible, bello, mágico;
me hipnotiza en su complejidad.
Pero, cada vez que la contemplo,
siento cómo la ilusión del infinito,
en lo inmenso de lo mítico y real,
se evapora igual que frágil etéreo
por entre los poros de mi visión.
En este nuevo lugar no existe nada
entre quien mira y la dulce imagen;
ni siquiera aliento o el ansia de ser,
pues el sujeto débilmente se quiebra
en algo que ni la luz puede tocar.