Te necesito tanto que no puedo soportar la idea de sentirte lejos de mí.
Si estás conmigo, junto al mar, todo está bien y puedo respirar tranquilo.
Pensar por un momento en que algo te pueda faltar me rebela contra Dios
y hace hervir mi sangre sin ninguna contemplación para mi dolor.
Mi único deseo, mi paz, es que caminemos juntos y que estés y te sientas bien.
Con este principio de vida puedo soportar cualquier mal momento en mi sed,
y subir alto, alto hasta tocar el cielo con mente y espíritu cogido de tu mano.
Puedo sentirme cansado y casi dormido sobre el pasado de un incierto futuro
para, en un segundo, al contemplarte sentir como se abre una tormenta,
amor, pasión, ternura y fuego, dentro de mí; por sentir tu dulce respiración.
Es el latido de mi corazón convertido en un trueno cuando te pienso o te miro;
nada hay en este mundo o en el otro que en modo alguno pueda alejarme de ti;
todo mi ser coo un relámpago incesante de amor que tú rehaces en paz y calma.
Vivir y haberte conocido es un milagro que no merezco haber conseguido,
pero ahora que te tengo aquí no pensaré más en suertes o destinos en el tiempo,
sólo quiero amarte, sentirte, adorarte, preocuparme de ti y cuidarte eternamente;
aparecer en tus sueños con una rosa para tus labios y un beso dulce e infinito.
Respirar tu mismo aire en la pasión de nuestras mentes y nuestras almas,
cuando se unen en la dimensión idónea y nacida para servir a este amor.
Si me miras, si me escuchas, sabrás cuánto te quiero, cuánto haría por ti;
y eso es algo que nunca cambiará porque es tan irrompible como el Tiempo.
En este momento te miro, y te escucho yo también, y sé que lo sabes y me amas;
por ello ya puedo abrir mi pecho y mi corazón a la vida, al mundo y a Dios.
Aquí estaré para siempre, unido a ti por un lazo de fe y esperanza eternas.
Te amo, te admiro, te deseo, te quiero, te adoro, te suplico y te beso.
Todo lo que veo eres tú y está en mí como una cercanía a nuestro encuentro,
el futuro escrito sobre el luminoso tapiz del cielo azul de cada mañana
que un día veremos con nuestros ojos puestos el uno en el otro, sin ver nada más.
Y ahora que pienso mejor lo que digo y reflexiono sobre lo que pienso,
me doy cuenta de que ese encuentro ya sucedió hace muchos años, muchos;
y que cada simple segundo del reloj es la expresión serena de que estamos juntos,
como un ritmo tranquilo capaz de sostener mi deseo en la calma y la paz
de estar contigo en un sueño imposible que tú has hecho maravilloso y real.
Te quiero, te querré siempre, con cada fibra de mi cuerpo y mi alma, hasta el fin.