A veces he sentido la ausencia de tus besos
como un mundo oscuro de doloroso silencio,
donde vivía y apreciaba la lluvia y las horas;
pero tu olvido ni siquiera imaginarme puedo
porque es la penitencia más grande y cruel
del corazón que te ama y siente como amor.
En el fuego y la paz de mi alma sólo vives tú,
y ni los latidos del tiempo se oyen junto a ti,
cuando nos sentamos cogidos de la mano
para mirar una puesta de sol antes de un beso.
Tan orgulloso, tan prudente, yo me humillaría
hasta morir, por salvar la llegada de tu abrazo.