En un mar donde el agua es la orilla, y la orilla es el mar, te esperaré.
Sin miedo a sucumbir ante las olas del olvido o a los embates del tiempo;
encontraré el material mágico y la sal para construir nuestro castillo,
flotante y casi perfecto en su espacio de luz frente a adioses y sombras,
imposible de penetrar por el mal y la codicia del egoísmo que devora.
Si me juras amor eterno, yo conservaré este castillo por una eternidad,
nuestro refugio de amor puro y alegría sin fin será, como un nuevo cielo
creado con la inmensidad de un juramento capaz de ser todos los siglos;
y que ahora, como antaño, vuelvo a pronunciar en la fe y la esperanza.
Viviré siempre por tu pura felicidad, serás mi destino y mi vida y la luz,
nunca dejaré que nada toque o destruya este sentimiento de amor.