Mi sueño, la paz de un lago en la mañana
y tu rostro, el plácido dormir de un ángel
bajo la luz de alguna inconcebible magia;
el perfume de la primavera de tu cuerpo
como un remanso de ternura junto a mí.
Abrazados en amor eterno los dos, solos,
hasta no quedar frío ni un espacio de piel.
Así en nuestras almas y nuestra mente,
por esta pasión que sólo vive en el otro,
en su esperanza y promesa de felicidad.