La emoción de los sentimientos se hizo con mi corazón, y parece que hiberné las palabras en un lejano lugar, mientras mis ojos y mis sentidos arden junto a la imagen de tu gesto.
Me vuelvo loco de alegría e imaginación cada vez que te miro. Y hoy te vi. ¡Por nuestro Dios, cómo te vi!
Al desenroscar estas letras desde el fondo de mi corázón sólo encuentro tu rostro, y apenas nada más. Yo no preciso ni del cielo si estás tú.
Ralentizo el pensamiento mientras se desbocan mis sentidos, y apago cada vela antigua de silencio como si fuera un recuerdo de lo nunca vivido.
Hay tantas cosas por que vivir aquí, abrazado a esta sensación de amarte como a un imposible que me da la mano. Me desprendo de las ropas del orgullo y de la supuesta brillantez que en algún momento tuve; porque has llegado al fondo de mi alma.
Si antes sólo podía soñar con poseerte y amarte, ajeno a todo lo demás, hoy sólo puedo sentirme vivo en los besos y el cuidado de tu alma.
La elegancia de diosa que irradias desde cada poro de tu piel es un regalo fácil de olvidar, al calor de tu mirada y al amparo de tu sonrisa, que son todo el amor del mundo.
Mi adoración por ti me hace valiente y decir lo que digo; soy sincero, y te amo más de lo que nunca alcanzaré a entender.
Los segundos y los días pasan rápido, y ya casi no me doy cuenta de ellos, porque sé que ahora estás conmigo. Y la distancia ya no me duele tanto, porque sé que un día te encontraré y podré rozar y besar tu mano, y tu piel, en un paraíso celestial.
Así habrá de ser, porque sin ti no hay cielo, ni ninguna otra cosa que yo pueda desear de aquel sagrado lugar.
Te amo, te amaré siempre, mi dulce ángel